martes, 15 de abril de 2008

Naaaaanana nananá

El pasado viernes murió “Chema”, el panadero de Barrio Sésamo. No voy a comentar qué enfermedad se le llevó ni cuanto tiempo llevaba enfermo. No voy a comentar qué hacía en estos últimos años ni cual era su nombre real, porque aunque era un actor aún en activo y para los que le conocían era, obviamente, mucho más que un personaje perdido en los albores de la televisión infantil, para mí, como para la gran mayoría de la juventud de este país era Chema, y así le recordaremos. Aunque nos pueda parecer que Barrio Sésamo no era más que una forma de aprender a contar murciélagos y a cantar canciones, fue una parte esencial de nuestra educación aunque muchas de las cosas que nos inculcara las hayamos aprendido inconscientemente. Recuerdo que cuando tenía seis o siete años veía la figura de Chema como el ideal de chico guapo con el que me casaría cuando fuera mayor. Un joven siempre sonriente y de pelo largo que cantaba canciones felices y aseguraba la supervivencia de su grupo social haciendo pan; el rol más importante del programa y que apelaba ya desde pequeñitos a nuestros más básicos instintos sociales. Lo que nunca se me pasó por la cabeza fue que querer ser como la novia de Chema significaba querer ser como Espinete, pero si nos pasaba desapercibido un erizo rosa gigante y un señor patata con sombrero no nos hubiera resultado extraño saber que el amor dentro de Barrio Sésamo superaba los límites televisivos. Chema y compañía nos enseñaron que había que compartir las cosas, que había que cuidar a los amigos… nos enseñaron a ser cívicos, a lavarnos los dientes y a no pinchar los corazones de los demás. Y aunque en muchas ocasiones se nos olvide lo que aprendimos estoy segura de que lo tenemos mucho más interiorizado que los que no han tenido la suerte de crecer con Barrio Sésamo y de verse identificados con esos niños vestidos de progres que lanzaban hojas secas al aire en la cabecera. Por todo esto, y aunque el hecho de que solieras aparecer cubierto de harina haya enturbiado tu memoria con el paso de los años: gracias Chema.

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