Es guapo, atlético, educado, con ropa ceñida y con identidad secreta. No hablo del próximo estreno de Marvel para el cine, sino de un personaje televisivo. Apunten que en ningún momento he mencionado que vuelva locas a las nenas, entonces estaría escribiendo sobre Greg House y la primera frase, valga la paradoja, no tendría sentido.
Es cierto que House abrió la puerta de la ficción televisiva a los personajes que, aunque con gran capacidad para despertar filias inesperadas, se pueden considerar totalmente antisociales y cumplen todas las reglas de la falta de educación hasta un punto que a cualquiera nos podría resultar inadmisible. Hasta el momento los protagonistas que salvaban a la gente eran una versión humana del superhéroe americano. Si con House se desvirtuaron gran parte de los atributos “de la buena acción diaria” y de los valores éticos que teníamos como inherentes al superhéroe y al Boy Scout, con Dexter esto se lleva al extremo y se da una vuelta de tuerca que más que alejarlo de esta figura de justiciero enmascarado que ayuda a las abuelitas lo atrae hacia ella como un imán.
Las coincidencias entre Dexter y el prototipo habitual y bien conocido de superhéroe, sin meternos en pormenores freakies, son muchas y sesudamente hiladas por un guión meticuloso. Un chico de buen ver que en sus ratos libres ataca a los malos para evitar que sigan haciendo daño y ayudar así a la sociedad;lo que se deriva de una firme y afianzada pirámide de valores que tiene grabada a fuego en el cerebro, como todo buen hijo americano, gracias a su padre. Pero actúa por completo fuera de la ley y esto le obliga a llevar una vida paralela cuya necesidad de ocultación no es solo el hilo conductor de cada episodio sino la razón de ser del propio Dexter Morgan como individuo.
Hasta ahí podíamos estar hablando de Superman, de Spiderman, del Capitán América, y muchos etcéteras y la descripción se ajustaría sin demasiados problemas. ¿Qué ocurre si añadimos que Dexter no solo se limita a detener a los malos sino que los mata y no precisamente de una manera rápida y limpia? ¿Y si mencionamos que su necesidad de matar es algo innato y que el hecho de que mate a asesinos es solo una manera de focalizar esta psicopatía de forma provechosa para la sociedad? ¿Nos alejamos tanto de la realidad del superhéroe? Un tipo que se calza unas mallas y una capa y se desvive por pegar mamporros a diestro y siniestro sin tener en cuenta que lo único que puede librar a sus víctimas de la muerte sea que estas tengan superpoderes o la capacidad de caer sobre blando, ¿no es un psicópata?
Hay otro detalle de Dexter que entronca deliberadamente con el mundo del superhéroe, o en este caso del superhumano, o incluso del no humano. Es bastante habitual el dotar a estos individuos de ciertas capacidades que se salen de lo que hacemos los terrestres de a pie y, por tanto, en la mayor parte de los casos también se les quitan otras que les convertirían en personas. El gran problema moral que hace que Bruce Banner deteste convertirse en Hulk es que cuando es grande y verde sus instintos pueden contra su humanidad y mata a diestro y siniestro, es decir, carece de sentimientos. Uno de los lugares más comunes en la voz en off de Dexter es la afirmación de que no tiene sentimientos. Su único sentimiento real es la necesidad de matar, el resto los finge para aparentar una vida normal; y aunque tiene principios no cree en ellos sino que los sigue ciegamente cual máquina de venganza social. Sí es cierto que mirando la serie con detalle pillamos ciertos renuncios en los que el protagonista se nos muestra del todo humano y eso nos hace temer que en los próximos capítulos se convierta en uno más y acabemos viendo Kyle XY, pero eso es otro tema.
Cuando el estreno de Dexter en España era inminente las sinopsis que de la serie se hacían en los artículos sobre televisión afirmaban cosas como “aunque sea un asesino te caerá bien”. Nada más alejado de la realidad. La verdadera virtud de Dexter como serie de ficción es que ha conseguido que mantengamos la atención sobre las andanzas de un personaje que por su propia naturaleza no cae ni bien ni mal. El espectador acaba adaptándose a la forma que tiene Morgan de ver la vida y le mira cómo él mira a los demás. Puede darnos la sensación de que esa sea la característica que más le separe del mundo superheróico en el que los “cruzados enmascarados” siempre caen bien al lector por su naturaleza servil, pero yendo un poco más allá una pregunta nos devuelve a la creencia de que Dexter Morgan es un superhéroe en toda regla; porque ¿a alguien le cae bien el Punisher?
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