lunes, 6 de octubre de 2008

¿Pekín Express o Soy lo que bebo?

Pekín Express empezó siendo la copia de un programa americano llamado The amazing race emitido por la CBS y que en España se tradujo como El gran reto. Por si alguien nunca ha visto nuestro “reality” más internacional haré un breve resumen: los concursantes viajan en parejas armados solo de una mochila y un euro al día. En varias etapas tienen que (acompañados de, al menos, un cámara porque si no no podría emitirse en televisión) recorrer Rusia con la ayuda de la generosidad lugareña que tiene que darles un sitio dónde dormir, trasladarles, darles de comer y, sobre todo, de beber.

Cada domingo les vemos mostrando a los lugareños un papel arrugado en el que supongo que pone algo así como: “estamos grabando un programa de televisión, su gobierno le ordena que nos abra las puertas de su casa, bajo penas de usted ya sabe qué, aunque nosotros no” para lograr cobijo y ayuda. Es imposible que las etapas o pruebas del viaje se hagan de forma consecutiva. Necesariamente, entre una y otra, se les deja un par de días en un hotel a gastos pagados para que al menos puedan ducharse, cambiarse y hacer cura de desintoxicación. Y es que si no los concursantes de Pekín Express serían todos alcohólicos.

El alcohol, la droga de los pobres: que calienta la garganta del que no tiene calefacción, sacia el hambre del que no tiene comida y borra las penas del que no tiene alegrías, es la bomba de relojería que está apunto de hacer explotar el programa. La idea de Pekín Express era buena pero dieron una vuelta de tuerca al programa original y esa tuerca se vuelve contra ellos como lanzada por un tirachinas. En Amazing race el “gran reto” de los concursantes, aparte de llegar al lugar indicado, era superar pruebas físicas (escalar una montaña, agarrarse a un carro tirado por bueyes y aguantar mientras tragan barro…) esas cosas que les hacen caerse de culo y que tanta gracia hacen en Estados Unidos. Pekín Express apostó por dar a conocer el buen carácter de los ciudadanos rusos y optó por que la mayor prueba fuera depender de ellos para todo sin pagar un céntimo. Un objetivo, en esencia, mucho más noble.

¿El problema? Los rusos beben vodka. Mucho vodka. Y para ellos es motivo de cortesía ofrecerlo a todas horas y motivo de ofensa rechazarlo. De hecho en sus viajes lo normal es parar en el arcén de vez en cuando, abrir el maletero (bien surtido de botellitas transparentes) y beber vodka. Todos. Los pasajeros y el conductor.

En los primeros programas los concursantes aceptaban el vodka por respeto. Se emborrachaban como unos adolescentes en una plaza pública, cantaban, bailaban y entretenían la emisión. En los siguientes nos llamó la atención que siguieran sin negarse a subir a un coche cuyo conductor paraba cada media hora a descansar y reponer líquidos, pero Paula Vázquez insistía en que había que respetar a los rusos y agradecer su hospitalidad. Eso está genial si realmente te has ido a hacer el interrail, no tanto si todos los domingos das por televisión lecciones de conducta alcohólica.

En el último programa, emitido ayer, saltó por fin la chispa. Una de las concursantes se negaba a beber el vodka que le ofrecían, junto a una carretera secundaria, los dueños del coche en el que viajaba, cogía su mochila y se marchaba andando mientras llamaba alcohólicos, entre otras cosas peores, a sus anfitriones motorizados. Por fin alguien fue sincero en esta “telerrealidad”: los rusos de Pekín Express serán muy simpáticos pero son alcohólicos. La conducta de la chica no fue (si tenemos en cuenta su forma de insultar a diestro y siniestro) la más adecuada, pero es que la que nos muestra Cuatro todos los domingos lo es mucho menos. ¿Mala suerte?, ¿pinchazo del programa?, ¿un creativo al que no se le ocurrió comprobar las tradiciones patrias antes de elegir país?, ¿un desafortunado acuerdo económico con el gobierno ruso?

Sea como fuere, el caso es que el que pretendía ser el programa estrella de la cadena, y su apuesta por un formato mínimamente diferente a los veinte mil “realities” de “niños cantores, danzantes o acróbatas” que se emiten sin descanso, se va a acabar convirtiendo en bomba de relojería para la imagen de Cuatro. Los que nos enseñaban cómo tenemos que educar a nuestros hijos, a nuestros perros y a nosotros mismos, han cambiado el “soy lo que como” por “soy lo que bebo”. Lo que me extraña es que la DGT no haya dicho aún nada al respecto.

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1 comentario:

el Payonauta dijo...

¿Quién se apunta conmigo a un viaje a Rusia? ¡Alcohol gratis y rusas autoestopistas!

Ya se lo decía la visionaria Miss Melilla al embajador soviético en menos de 25 palabras: "Estooo, que es un país donde vive gente maravillosa..."

http://www.youtube.com/watch?v=CgwiIVmKiWk

Cámaras delante o no, no se puede negar que los tíos son hospitalarios, porque en España viene un mochilero a pedirnos hospicio y nos enseña un papel de "autorización" y le hacemos comérselo con patatas.Y por supuesto, no le íbamos a dar ni una gota de Torres 5.