viernes, 4 de enero de 2008

Quizá fue culpa nuestra...

Nosotros nunca nos hicimos ilusiones sobre el trabajo de nuestra vida. Sabíamos donde nos habíamos metido. Que era imposible seguir la senda Amenábar entre los pasillos de la facultad, y que por mucho que corriéramos de las cabinas de montaje a la videoteca y de la videoteca a la cafetería y de la cafetería al laboratorio de fotografía (solo unos cuantos afortunados fuimos capaces de encontrarlo) y de nuevo a la videoteca perseguidos por Castro, no daríamos el braguetazo y saldríamos invitados a las galas de los Goya. Sabíamos que probablemente tampoco nos contrataran en la televisión más que de becarios y que cuasi con seguridad acabaríamos de técnicos de comunicación externa, interna, interdepartamental o "tráeme un café, chaval" en una empresa de tres al cuarto. Lo que nunca imaginamos era que ni siquiera se iba a saber que lo que habíamos estudiado estaba catalogado en los planes de estudio de las universidades como: licenciatura. Y, desde luego, no debería estarlo, porque después de 3 años titulada yo más que licenciada me siento desgraciada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenida a la comunidad bloguera. El nombre del blog lo dice todo. Se avecinan tiempos oscuros para los comunicólogos, si es que alguna vez los hubo claros para este colectivo. No desesperes!!!Ah, y dónde coño está mi puto paquete, joder???

Anónimo dijo...

Yo estudié Comunicación Audiovisual cuando se llamaba Imagen y terminé hace 10 años. Por lo que leo aquí, todo sigue igual. ¿Sigue Castro?

Supongo que los aprendizajes de esta carrera son más bien psicológicos, te enseña a que la vida te va a dar batacazos constantemente. Ahí empieza dándotelos cuando nada de lo que se estudia es lo que podría interesar a una persona que se matricule en eso y sigue con todo lo que cuentas. A veces, nos decían a nosotros, es preferible que ni sepan que tienes esta carrera y eso para los que saben que existe como licenciatura.

Alejandra López dijo...

Mira que yo entré en la carrera un poco de rebote porque iba para periodismo desde que mis abuelos me regalaron la Chabel "periodista" cuando tenía 7 años (os juro que esa muñeca existió y merece entrada aparte) y tengo que aceptar que echando la vista atrás me encantó haber pensado en el último momento que si no había leído un periódico en mi vida, y la Chabel llevaba una cámara al hombro, ¿qué teníamos ambas de plumis? Nos hemos quejado tantas veces de salir sin haber aprendido a manejar una cámara y sin controlar el Avid que te das cuenta de que eso lo puedes aprender por tu cuenta y que se te ha quedado un poso para enfrentarte a cualquier cosa que más lo quisieran algunos. Castro seguía en la facultad cuando yo me desgracié, se había reservado un año sabático y nos tocó un sustituto discípulo del mismo que dejó a más de media clase sin desgraciar porque no habían cogido el verdadero significado del flashforward (yo me libré con un sencillo "esta secuencia podría haber sido un flashforward, pero no lo llega a ser del todo, porque tiene un final abierto y según lo que entienda el espectador será o no un flashforward..."). Esto es a lo que me refiero con el poso que deja la facultad, acabas viendo venir a todo el mundo y aprendes a lidiar con cualquier cosa.

Alejandra López dijo...

Por cierto he añadido vuestro blog a favoritos, me vino muy bien leer el artículo de The hunting party antes de ver la peli. Está muy currado.